En este mundo complicado de la comunicación, de la información, del liderazgo y de todo en general, cada vez utilizamos más frases hechas. Más citas. Más frases -apócrifas algunas- de genios inspiradores que nos guíen en un camino… que parece que a nosotros solitos nos cuesta mucho elaborar.
Un poquito de pensamiento crítico antes de reenviar los pensamientos ajenos no vendría mal, pero es que no da tiempo. El “periodismo impresionista” que decía mi profesor Pierre Servant, está hecho de trazo rápido y algo grueso, y la hiperabundancia de noticias no da tiempo a deglutirlas, a darles una pensada. Es como si tuviésemos que tener opinión formada sobre todo y en tiempo récord.
En el mundo de la comunicación de la OTAN, el “say-do gap” es la estrella de las expresiones repetidas. Se trata de la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos; aparece en todo power point, aunque rara vez se rasca más allá de lo que obviamente significa. Se refiere la OTAN al “say-do gap” de ella misma como institución, pero es igualmente aplicable a la persona. Coherencia.
Leo Festinger, hace unos 80 años, hablaba de la “disonancia cognitiva” cuando entre lo que decimos y lo que hacemos falta esa coherencia. Ante este problema, de forma algo cartesiana, y si no coincide lo que dices con lo que haces, hay dos opciones: o cambias tu forma de actuar, o cambias tu forma de pensar, no hay más y, como en todo en la vida… ahí está STRATCOM.
Si lo que decimos (mensajes STRATCOM) no se corresponde con lo que comunicamos, con los productos que elaboramos como creativos y ejecutivos de productos finales (Military Public Affaires en nuestra jerga militar), habrá que reconducir a través de reuniones de control, lo que éstos están haciendo. Y no…esto no pasa, o pasa muy poco, o no pasa casi nunca.
Si lo que decimos (mensajes STRATCOM) -repito- no se corresponde con lo que comunicamos, es posible que sean los mensajes los que tenemos que adaptar, que readaptar, que cerrar el ciclo de planeamiento con la fase final de análisis, o “assessment”; si son mensajes fofos, genéricos, repetitivos, sin adaptar a la especificidad de la audiencia, sin, sin…
Pero Grullo diría que es obvio que necesitamos de esa coherencia institucional y que, entre el dicho y el hecho, no haya mucho trecho pero…sorprende lo contrario.
Creo que la culpa/causa viene de hacer los planes de comunicación sin pasión, y por la enorme pereza posterior de revisarlos.
Venga, eso pienso.