Entre la educación y el desplante.

Se habla en estos días del gesto del defensa Dani Carvajal en el saludo al Presidente del Gobierno tras la epopéyica victoria europea, con un saludo sin cruce de mirada, sin gesto de sonrisa, con un leve contacto de mano que no llega al apretón. Hablan unos a favor de su gesto de evidente desprecio y otros, por el mismo motivo, en contra de su falta de cortesía ante una figura política del gobierno. Supongo yo que a favor y en contra, en porcentajes parecidos a la representación de partidos en el parlamento… más o menos.

Se centran sin embargo la mayor parte de los análisis en la educación o en la falta de ella, pero, paréceme que se trata más de desplante que de educación. La educación a este jabato de la banda derecha del campo de juego se le reconoce y creo que la tiene acreditada de forma meritoria por su pasado, luego… no se trata de falta de educación sino de marcar diferencias, que es totalmente distinto.

Tener educación y no querer exhibirla en un momento en el que se requiere (porque se requiere) es un gesto que busca producir un efecto, una reacción, un puñetazo en la mesa figurada para dejar claro lo que piensa sin decir lo que piensa. Un gesto que ha generado tantos pulgares hacia arriba como hacia abajo (vamos, supongo).

El quinto poder.

Pierre Servant es un periodista francés reputado y comentarista en programas de elevada audiencia. Hace casi veinte años fue también mi profesor de comunicación estratégica en el Curso de Estado Mayor que hice en París. Decía el Sr. Servant -visionario entonces- que el quinto poder sustituiría al cuarto. El cuarto, el que se llamaba “contrapoder” fue la prensa, que debería equilibrar los excesos del gobierno si los hubiera cometido. El quinto, decía mi profesor, sería internet y los blog (como este…), que permitirían la eclosión de lo que luego fue el “ciudadano periodista”. Un quinto poder que podría -decía él- nublar al cuarto y, aunque no ha sido para tanto, sí que nos movemos en redes y subredes, y círculos y opiniones que hacen que la información llegue más rápido, menos analítica, más viral, más exagerada, más enconada…menos información. Velocidad por veracidad… allá vamos.

¿Dónde vamos Pierre?

Un coronel entre el mando y la comunicación

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